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A continuación trascribimos la presentación escrita por los compiladores del libro y luego el texto completo del artículo "Las Empresas Recuperadas por los Trabajadores y el Movimiento Obrero" de nuestros compañeros del TEL Oscar A. Martínez y Federico Vocos


Produciendo Realidad - Las Empresas Comunitarias
Ed. Topia, Buenos Aires, 2002.

Presentación de los compiladores

Una fría y soleada mañana de julio volvíamos de una de las primeras reuniones donde representantes de más de 30 asambleas habían escuchado a trabajadores de IMPA, Chilavert, Cooperativa Alfa y de los MTDs de Solano y Alte. Brown. Seguramente no sería la primera vez que trabajadores ocupados y desocupados confluían en una actividad con asambleístas. Por el contrario, pocos días antes se habían movilizado por miles en repudio al crimen de dos trabajadores desocupados en Puente Pueyrredón ¿Qué había tenido de particular esa reunión en el bar tomado por los vecinos de Lacarra y Directorio? ¿Cuál era la circunstancia para que un domingo a las 11 de la mañana más de 100 personas nos apiñáramos para escuchar atentamente las explicaciones de los trabajadores?

El fenómeno de las fábricas ocupadas había comenzado a difundirse. Después de la muerte de Maxi Kosteki y Darío Santillán, los emprendimientos productivos de los trabajadores desocupados sorprendían a un auditorio que hasta ese momento los conocía sólo por cortar rutas. Pensamos que era necesario comenzar una reflexión más profunda sobre lo que estaba ocurriendo.

En el corto trayecto que separa Parque Avellaneda de Boedo, nació la idea de este trabajo.

No era la primera vez que tomábamos contacto con estas experiencias. En los primeros días de junio Topía se vinculaba estrechamente a Grissinopoli, La Maza tuvo su primer diálogo con los trabajadores de Zanón y ambas revistas estábamos organizando el primer festival de apoyo a los trabajadores de la fábrica Grissinopoli.

En ese momento nos propusimos darle una nueva vuelta de tuerca a esta actitud. Es decir, preparar un texto donde el relato de algunas de estas experiencias permitiera reflexionar sobre sus consecuencias sociales y políticas. También creíamos importante dar cuenta de sus efectos en la subjetividad, al recuperar identidades colectivas que permiten enfrentar la fragmentación social que propone el poder.

Rápidamente surgieron algunos nombres para encarar la empresa: James Petras y Henry Veltmeyer, que nos habían visitado en abril participando en el «Primer Encuentro de Fábricas Ocupadas» en Brukman; Robert Castel, quien desde hace años está trabajando sobre las consecuencias de la desocupación como exclusión social; Oscar Martínez, quien junto a los integrantes del Taller de Estudios Laborales viene estudiando el mundo del trabajo por más de una década; Juan Carlos Volnovich y Alfredo Grande, desde el campo de la reflexión psicoanalítica.

Durante cuatro meses fuimos elaborando el material que hoy ponemos en manos de nuestros lectores, que no sólo sintetiza experiencias directas sino también entrevistas, lecturas y el intercambio de opiniones entre los autores de los artículos. Esperamos satisfacer las expectativas que genera un primer libro de estas características, que estamos seguros será seguido por muchos otros en consonancia con el esfuerzo de los trabajadores de nuestro país por dar respuesta a la desocupación y al cierre de empresas.

Una reflexión final

No es un dato menor que los sectores capitalistas y sus representantes políticos han sido los principales responsables de esta situación. Durante los últimos 27 años han sometido a nuestro país a la aplicación de políticas neoliberales que han arrojado en la pobreza a la mitad de su población. No por casualidad se levanta unánime el «que se vayan todos». También es cierto que este reclamo es insuficiente. La experiencia de las más de 100 fábricas tomadas, las nuevas relaciones sociales y de propiedad que se generan en su interior, los Planes Trabajar puestos al servicio de los emprendimientos productivos que encaran los trabajadores desocupados organizados y el apoyo de sectores crecientes de la población a estas experiencias, comienzan a dar una primera respuesta.

Pero hace falta mucho más. Como se señala en varios de estos trabajos será decisiva la confluencia de estas experiencias con los trabajadores ocupados. La lucha de los mineros de Río Turbio es un buen comienzo. También la participación de sectores medios de la sociedad como los estudiantes universitarios, asambleas vecinales, organizaciones culturales y sectores profesionales que comienzan a involucrarse activamente.

Aunque la hegemonía de las clases dirigentes ha sufrido un fuerte golpe el 19 y 20 de diciembre del 2001, comenzando a resquebrajarse, todavía los sectores populares no hemos sido capaces de encontrar una respuesta que nos permita superar esta situación.

De allí también nuestra pretensión de que este trabajo sea una modesta contribución a la producción de realidad, terreno donde en última instancia, se disputa nuestra futura existencia como cuerpo social.

Esperamos que al finalizar la lectura hayan satisfecho, aunque sea en parte, estos objetivos.

Enrique Carpintero
Director de Topía revista de psicoanálisis, sociedad y cultura

Mario Hernandez
Coordinador de La Maza revista de política y cultura




Las Empresas Recuperadas por los Trabajadores y el Movimiento Obrero

Oscar A. Martinez
Federico Vocos

Introducción.

En este breve artículo nos proponemos aportar al debate de las características y posibles alcances de las experiencias de las empresas recuperadas desde un punto muy especifico: el análisis de la relación/inserción de estas experiencias con la dinámica general de la estructura productiva y la estructura social, es decir cómo se articula esta realidad con los cambios generales en la organización de la producción, del trabajo y en la composición de la clase obrera.

Por otra parte queremos plantear algunas ideas acerca de sus alcances y limitaciones en los principales aspectos, y en ese sentido subrayar, de acuerdo a nuestra opinión, en qué puntos se observa el carácter más dinámico e innovador de estas forma de resistencia del movimiento obrero.

Aquí nos limitaremos a reflexionar sobre las llamadas empresas recuperadas o autogestionadas, es decir aquellas empresas que "abandonadas" por las patronales, o en proceso de vaciamiento, quiebre o cierre han sido ocupadas por sus trabajadores y puestas a producir por los mismos. Dejamos de lado, ya que creemos que en parte alude a otra discusión, al otro amplio abanico de experiencias, también muy interesantes y valiosas, de generación de emprendimientos dedicados al autoconsumo o la venta para garantizar la subsistencia, pero que son emprendimientos generados por los propios trabajadores (en su mayoría desocupados), y no empresas "tomadas" a la patronal. Englobamos bajo el término empresas recuperadas tanto a las que son tomadas por los trabajadores durante el proceso de vaciamiento por parte de las patronales, como aquellos casos en los que trabajadores desocupados ocupan plantas que estaban cerradas desde hace tiempo y las ponen a producir.

Las empresas recuperadas y la dinámica de la acumulación capitalista

Aquí la pregunta es qué expresan estas acciones de los trabajadores, y el surgimiento de estas formas productivas. ¿Son demostraciones del "fin del trabajo" o de la "sociedad salarial" planteado por muchos? ¿Plantean la necesidad de generar otra forma de capitalismo, distinto del llamado "neoliberal"? ¿Están demostrando el surgimiento de una nueva economía?.

Pensado en términos globales, si hay algo inherente al capitalismo desde sus orígenes, es la doble dinámica de proletarización de capas crecientes de la población por una parte, y de generación de población excedente para las necesidades del capital por el otro, es decir que por una lado genera asalariados y por otro genera desocupados.

Se habla del fin de la clase obrera y del trabajo asalariado, sin embargo cada vez se proletarizan más capas de trabajadores y las formas de producción plenamente capitalistas penetran en forma creciente en numerosas ramas de la producción, tales como comercio, finanzas, esparcimiento, etc.

Las transformaciones en la rama comercio son un buen ejemplo de esta dinámica. El incremento en la escala de planta, el predominio absoluto del trabajo asalariado, la división del trabajo y la definición del proceso de trabajo desde el equipamiento dan cuenta de esta realidad.

Otro tanto sucede con sectores profesionales que en su mayor parte ejercían su labor en forma independiente, y categorías de trabajadores que tenían un gran control sobre su proceso de trabajo. Abogados, contadores, arquitectos pasan a trabajar para grandes estudios o consultoras que compran su fuerza de trabajo e imponen sus condiciones laborales. Otro tanto sucede con los profesionales de la salud que pasan a trabajar para clínicas o instituciones de medicina prepaga con remuneraciones, ritmos y condiciones definidas por el empleador.

Pero junto a esta tendencia también se puede ver que la dinámica de la acumulación del capital, y la propia competencia entre capitalistas llevan a la búsqueda de aumentos en la productividad, lo que conduce a la incorporación creciente de maquinaria, y el reemplazo de mano de obra por equipamiento; por lo que a mayor desarrollo capitalista se genera una mayor superpoblación relativa para las necesidades del capital. De aquí que la desocupación sea inherente al proceso histórico de acumulación capitalista y sólo puede existir pleno empleo en lugares y momentos muy acotados.

Esto se ve potenciado en un momento de crisis capitalista mundial, y más aún en un país como el nuestro que lleva varios años seguidos de recesión. En este marco no funcionan los mecanismos que "amortiguan" la expulsión de trabajadores asalariados.

Es decir que, en nuestra opinión, el surgimiento de experiencias autogestionarias nos es el resultado de un supuesto "fin del trabajo", ni la consecuencia de una insuficiente acumulación capitalista o algo exclusivo del capitalismo neoliberal, sino que responde a otras causas. Para poder entender la "explosión" de este tipo de experiencias, es importante tener en cuenta al menos tres elementos: en primer lugar, como marco global, lo antes señalado, la tendencia a la expulsión de mano de obra propia de la acumulación capitalista y particularmente de este estadio.

En segundo lugar la evolución de la situación económica del país, y el fuerte peso de la desocupación abierta y encubierta. Varios años seguidos de recesión, la continua destrucción de puestos de trabajo, la sensación que ante la pérdida del trabajo "se abre el vacío", y la ausencia absoluta de alternativas laborales (salvo el cirujeo, o las changas cada vez más ocasionales), llevan a cualquier trabajador a defender su puesto de trabajo como sea (y esto es la mayoría de las veces cediendo a las exigencias de la patronal).

Pero el tercer elemento, y de carácter decisivo, es el grado de resistencia, movilización y lucha popular, que tuvo un pico el 19 y 20 de diciembre -y significó un salto cualitativo en la misma-, pero que en realidad comienza mucho antes y demostró numerosos puntos de combatividad (las luchas de Tartagal, Cutral-Co y Mosconi, los piquetes a lo largo del país, los paros generales, la lucha de estatales y docentes, la defensa de los puestos de trabajo por parte de los trabajadores telefónicos). Creemos que es todo este proceso el que permite pegar el salto de la resignación y el "irse a la casa" o ceder conquistas, a tomar la actitud de ocupar las plantas y asumir en sus propias manos el garantizar el empleo. Es la confluencia de la tendencia expulsiva del capital y la consolidación y aumento de la desocupación, con la confianza en las propias fuerzas de los trabajadores a partir del incremento de las luchas, lo que da lugar a la extensión de las ocupaciones y autogestión de empresas.

Pasaremos ahora a esbozar algunas ideas especificas acerca de la experiencia de las empresas recuperadas. Para esto creemos que se deben diferenciar al menos dos dimensiones, su significado económico-productivo por una parte, y su implicancia política y en la conciencia de los trabajadores involucrados y de todo el movimiento popular por el otro.

Las empresas recuperadas y su significación económico-productiva

Uno de los análisis que comienzan a difundirse a partir del fenómeno del crecimiento de empresas recuperadas, es que se estaría generando un nuevo sector en la producción, con una orientación de "economía social", que podría ocupar sectores crecientes del mercado y de esta formar competir con las grandes empresas. Es más, hay quienes sostienen que podría de algún modo "desplazar" al capitalismo y ser la base del surgimiento de nuevas relaciones sociales de producción.

Es impensable que este proceso de crecimiento de estas experiencias que se está verificando se expanda de forma tal que represente una parte significativa del producto y de la clase obrera, hoy el cálculo aproximado es de 100 empresas y 10.000 trabajadores.

Un punto clave para definir los alcances de estas experiencias es ver su carácter defensivo. Es decir que responden a una actitud de resguardo de los trabajadores de sus puestos de trabajo, ante la posibilidad, o directamente la concreción del cierre de la empresa (más allá de lo real o fraudulento de la quiebra). Aunque pueda parecer una obviedad es necesario remarcar que no responde a un proceso de ofensiva de los trabajadores que toman plantas de grandes empresas o firmas en proceso de crecimiento, en pleno proceso de producción, y pasan a dirigir la planta, sino que, como definió un compañero de una de las empresas, "fueron obligados a tomar la empresa".

Vinculado a esto es importante apuntar que la mayoría de las empresas recuperadas corresponden a sectores débiles del capital, empresas abandonas por sus patrones, cerradas o a punto de cerrar, en proceso de quiebra. No estamos hablando de sectores dinámicos, empresas en producción de la gran industria que son arrebatadas a transnacionales o a grandes grupos económicos.

Es esencial tener presente esto para no "exigir" a estas experiencias más de lo que pueden dar. Reconocer el carácter defensivo de la lucha que emprenden los trabajadores en mantener su puesto de trabajo, y la propia supervivencia, debe llevar también a redoblar los esfuerzos para darle apoyo y contención para garantizar su continuidad.

En cambio, más adelante lo desarrollaremos, desde nuestro punto de vista creemos que la riqueza del fenómeno de las empresas recuperadas no reside en la medición cuantitativa de determinadas variables sino en la significación que adquiere para los trabajadores valerse de sus propias fuerzas.

Además, más allá del crecimiento en la cantidad de empresas que pasan a manos de los trabajadores, este proceso tiene una limitación que es incapaz de superar por sí misma: la lógica del mercado y su anarquía. El hecho de producir bajo una economía no planificada en base a las necesidades sociales, genera la continuidad de la competencia entre la clase obrera y sus consecuencias.

De esta forma, el planteo mencionado más arriba sobre la posibilidad de expansión de un "nuevo sector" de economía social, nos lleva a preguntarnos sobre cuáles son las condiciones que posibilitan que las empresas autogestionarias sean competitivas.

Frente a este punto creemos importante señalar que las empresas autogestionarias tienen la gran ventaja de no pagar todo el trabajo improductivo de gerentes, representantes, etc.; pero a su vez, dada la necesidad de supervivencia de las empresas, existe el riesgo de verse envueltos por la lógica del mercado y de la competencia y pueden actuar "en consecuencia" generando condiciones de autoexplotación como es el trabajar por un magrísimo salario, produciendo bajo condiciones de trabajo insalubres, altos ritmos de trabajo, condiciones de flexibilidad que transgreden el convenio colectivo de la rama. o directamente explotando a terceros.

Es aquí donde se abre una de las posibilidades más ricas de las experiencias autogestionarias de producción, que es la desafío de organizar el proceso de trabajo desarrollando métodos de trabajo en los que se considere y reconozca el saber obrero, se tienda a recalificar los puestos de trabajo y revertir las estrategias empresarias que fomentan formas de explotación a otros trabajadores como son la tercerización, subcontratación. Desarrollar una política que tienda a la eliminación de los accidentes de trabajo y que tenga en cuenta la salud de los trabajadores.

La dimensión política

Es importante vincular el impulso que han tenido la recuperación de las fabricas y establecimientos productivos por parte de los trabajadores este año, a partir de la situación política que se ha desencadenado con la profundización de la crisis de dominación en la que se encuentran los sectores dominantes en nuestro país.

Frente a la envergadura de la crisis, diferentes organizaciones populares (movimientos de trabajadores desocupados, asambleas barriales, grupos independientes, asociación de vecinos, etc.) se proponen afrontar los problemas más urgentes que sufre la población. De esta forma, se ha venido desarrollando un proceso creciente de autoorganización desde los distintos espacios como son los proyectos productivos, los comedores, las compras comunitarias, y un sin número de actividades que apuntan a resolver la falta de alimentación, la educación, la salud y también el trabajo.

En este contexto es oportuno inscribir la experiencia de las fábricas recuperadas, como un cambio en la respuesta de la clase trabajadora a la posibilidad de un desempleo seguro en una economía que lleva más de cuatro años de recesión. Los trabajadores han comenzado a creer en sus propias fuerzas y en la posibilidad de dar la lucha para mantener la fuente de trabajo, sin tener otra posibilidad que la ocupación de los espacios productivos.

Esta reacción como clase, nos señala un cambio frente al cierre de miles de empresas durante la última década, donde la clase trabajadora aún depositaba sus expectativas en dirigentes que se presentaban como "competentes" para dar algún tipo de solución.

A partir de aquí surge uno de los aprendizajes más destacados de las empresas recuperadas, que es el hecho de demostrar que los trabajadores pueden llevar adelante la producción por sí mismos y no depender de la patronal. Esta vivencia se hace efectiva con el comienzo de la producción autogestiva, momento festejado y vivado por los trabajadores, al poner fin al maltrato y manoseo patronal; es un salto en el reconocimiento de la dignidad como trabajadores.

Aquí aparece la centralidad de la clase obrera, diluyéndose el mito de la función social de los empresarios y gerentes en cuanto a su capacidad para "organizar" la producción.

Muchos de los trabajadores de las empresas recuperadas, como suelen contar en los diferentes encuentros, eran "simples" trabajadores, y su preocupación central era realizar su trabajo y garantizar la existencia propia y la de su hogar. De pronto se han encontrado encarando un conflicto y asumiendo completamente la identidad de clase.

Se han visto en la necesidad de crear una organización que no sólo sea capaz de garantizar la producción sino que pueda resistir los embates de los distintos poderes del estado (judicial, policial) que han buscado por diferentes medios sofocar estas experiencias a través del hostigamiento, las amenazas de desalojo, etc.

Uno de los ejes que han encontrado para superar la dificultad de la lucha que han emprendido los trabajadores de las empresas recuperadas es el apoyo mutuo entre los compañeros de las mismas empresas y el respaldo solidario de las múltiples organizaciones populares (agrupamientos gremiales, sindicatos clasistas, partidos políticos, asambleas, vecinos, movimientos de trabajadores desocupados). Desde esta práctica se ha forjado en los compañeros la necesidad de la unidad del movimiento de trabajadores ocupados y desocupados, como uno de los principios fundamentales para fortalecerse.

De esta forma se ha comenzado a construir una mirada más estratégica donde las empresas recuperadas trascienden la producción y se constituyen en algunos casos en ejes de organización popular a partir de la articulación de las distintas formas de luchas. De esta forma en sus espacios encontramos la formación de centros culturales, bibliotecas populares, proyectos de construcción de viviendas.

A la vez, en algunas empresas se piensa en darle una nueva orientación a la producción. Ya no basta con producir mercancías para que éstas se coloquen en el mercado, sino que empieza a generarse una producción orientada hacia las necesidades sociales, como es la provisión de comida para comedores en el caso de las empresas alimentarias, la confección de indumentaria para trabajadores de la salud y la educación por parte de una empresa textil.

Visto que estas experiencias son parte de un proceso más amplio de organización popular y de construcción de poder, resulta preocupante la disputa que se está generando sobre la forma que deben asumir las empresas recuperadas; es decir si se conforman como cooperativas o en empresas estatales bajo control obrero. A nuestro entender esta polémica debería ser efectuada con extremo cuidado, evitando especialmente los intentos de sustituir a los propios actores por parte de las organizaciones políticas, y menos aún plantear líneas que dividan la lucha, ya que en este marco no hay "recetas " y lo que está en juego son los puestos de trabajo de cientos de compañeros.

El riesgo es doble si pensamos que a la vez la lucha de los compañeros que están a cargo de las empresas autogestivas, se está constituyendo en un punto de referencia de tantos otros trabajadores que ven amenazado su trabajo.

Los compañeros cuentan que a menudo se acercan trabajadores de empresas en crisis, que buscan conocer su experiencia; por lo que pensar la derrota de las empresas recuperadas puede significar un duro golpe en la expectativa que genera en la cabeza de muchos compañeros, en cuanto a la posibilidad de producir sin la patronal.

Por estas razones los compañeros destacan la importancia de la unidad frente a las continuas adversidades a las que se enfrentan día a día para continuar la lucha, en la defensa de sus derechos como trabajadores y en la búsqueda de mantener un trabajo digno.

Palabras finales

Hasta aquí hemos intentado aportar algunas ideas sobre las características, alcances y limitaciones de las empresas recuperadas, remarcando el carácter defensivo de las mismas, las limitaciones de su impacto económico (en términos que no se les puede pedir que sean el eje de las transformaciones económicas y sociales necesarias) y poniendo énfasis en su importancia política, como una de las acciones en las que los trabajadores van desplegando y confiando en sus propias fuerzas. Pero, y para finalizar, queremos hacer un alerta: tanto la experiencia de las empresas recuperadas, como la lucha de los piqueteros, las asambleas barriales, el surgimiento de emprendimientos autogestionarios, tanto en lo productivo, como en lo que tiene que ver con la comida, la salud, etc. son una demostración de la creatividad, de la capacidad de la organización y de lucha del movimiento popular. Pero su desarrollo y reivindicación no deben llevar a olvidar, ni a subestimar lucha sindical. Bajo ningún aspecto debería olvidarse que la mayoría de los trabajadores aún continúan ocupados y superexplotados, que existen cientos o miles de activistas que diariamente luchan en sus lugares de trabajo enfrentando (en forma abierta o encubierta) a la patronal, y que sin la intervención mucho más activa del movimiento obrero organizado será muy difícil revertir una relación de fuerzas favorable a la burguesía.

En este sentido es importante considerar tanto a los ocupados, como los desocupados como parte del movimiento obrero (ambos representan las dos caras del desarrollo del capitalismo), y en ese marco se deben buscar las formas más efectivas de unidad en la acción entre los desocupados, los trabajadores de las empresas recuperada y los trabajadores ocupados asalariados.

 

En el libro "Produciendo la Realidad, La empresas Comunitarias", (Editorial Topía, Buenos Aires, 2002) se incluye un articulo escrito por dos integrantes del TEL: Oscar A. Martínez y Federico Vocos.