El Taller de Estudios Laborales se presentó en Ezeiza.
De la necesidad a la organización, el trabajo de base y un buen manejo de las herramientas legales de los trabajadores
Información x Prensa de Frente

En la tarde del 15 de abril, Guillermo Pérez Crespo, abogado laboralista e integrante del Taller de Estudios Laborales (TEL), arribaba al Club Roca de la ciudad de Ezeiza. En su interior, trabajadores aeroportuarios, desocupados y changarines enfilaban banquetas mientras el mate humeante pasaba de mano en mano.

La consigna de “Las herramientas legales en la lucha sindical, el derecho laboral y la ley de riesgos de trabajo” convocaba a la charla- debate. En la sala, delegados del MTD Ezeiza (Aníbal Verón en el Frente Popular Darío Santillán) y de la naciente lista antiburocrática “Dignidad”, de la empresa Intercargo, del Aeropuerto de Ezeiza, daban la bienvenida.

El debate con los presentes giró alrededor de las nuevas problemáticas existentes en el mercado laboral: el doble filo de los contratos de trabajo y pasantías, la insalubridad, la tercerización, los despidos arbitrarios, entre otros temas.

Crespo planteaba que, en la década de los 90, con la flexibilización, consecuencia de la implementación del neoliberalismo, apareció un “nuevo manejo y uso de las leyes”. Modificadas para beneficio del empresariado, con esas leyes la clase obrera iba hacia un callejón sin salida. Pero, según Crespo, como fruto de esta experiencia los trabajadores organizados dan hoy tanta importancia al conocimiento y manejo de las leyes como a la organización de base. “Un manejo astuto de las leyes, al igual que una buena operación de prensa, suman a la nueva correlación de fuerzas”, aseguraba.

Se trajeron a colación ejemplos en los que los obreros, con poca fuerza, reemplazan la huelga o la toma de fabrica por la retención de tareas contemplada en el artículo 1201 del Código Civil, o un llamado a asamblea en horarios estratégicos, contemplado en las leyes, que golpee la producción.

El ida y vuelta con los presentes merodeaba por las experiencias personales, un despido incomprensible, un descuento irracional o la traición de las cúpulas sindicales. Pero, sin duda, una de las herramientas que más llamó la atención de los oyentes fue la de la “ley de anti-discriminación”, que Crespo aconsejó usar ante un despido. Si se corroborase que un despido obedeció a una intención discriminatoria, dicho despido se transforma en un “acto nulo” y la empresa tiene la obligación de reincorporar al trabajador, so pena de quedar condenado a pagar una multa diaria.

Aunque Crespo reafirmó que “no hay ley que garantice el triunfo de un conflicto”, ya que “nada puede reemplazar el trabajo de base”. La tarde llegaba a su fin, al igual que la jornada de debate. Había sido un encuentro instructivo y estimulante; el lunes, de vuelta a la fábrica, quizás habría más herramientas para fortalecer la organización de los trabajadores.