Pasante,
ad horem, suplente, colaborador, bajo todas estas formas de la
precarización se puede pasar por el gremio de prensa. Según la
investigadora en temas laborales, Viviana Cifarelli, “esta situación se
debe al proceso de flexibilización contractual que fue paralelo a la
concentración mediática. El escenario fue posible porque, años antes,
la política empresaria coincidió con los objetivos de desarticulación
de la organización sindical y disciplinamiento de la clase trabajadora
que implementó la dictadura militar, a través del terrorismo
estatal. | |
“Cuando la concentración de los medios de prensa
se hizo más clara, a comienzos de la década de los 90, a la par se
acentuaba un proceso de formas de contratación que configuraron uno de
los ejes de la flexibilización laboral –precisa la especialista Viviana
Cifarelli, integrante del Taller de Estudios Laborales (TEL).“En ese
contexto aparece el concepto `colaborador’ que rápidamente se fue
extendiendo a todos los medios y hoy está totalmente naturalizado. En
su momento me pareció una figura paradigmática de la precariedad, un
ejemplo para el resto del mercado.”
Asimismo, el periodista
Carlos Rodríguez actual delegado del diario Página /12 aporta un dato
relevante “ya en la década del 70’ las editoriales Atlántida y Perfil
comenzaron con el trabajo esclavo y las mayores calamidades en el
gremio de prensa”. La política empresaria coincidió con los objetivos
de la dictadura militar: desarticular la organización sindical, reducir
los salarios y disciplinar a la clase trabajadora, mediante el
terrorismo de Estado. Es decir que en los 90 estaba preparado el
escenario para las últimas estocadas a los derechos laborales.
“Comencé
a investigar a la Editorial Perfil alrededor del año 1993” –relata
Cifarelli-. Hice un relevamiento del staff de las publicaciones y lo
coteje con los trabajadores que, en ese entonces, eran afiliados a la
obra social. Eso me permitió determinar que empezando el proceso de
concentración mediática el 30 por ciento del personal eran
colaboradores en negro”.
La investigadora destaca que este
proceso articuló perfectamente con la inscripción a CUIT, el
monotributo y las directivas del ex ministro de economía Domingo
Cavallo. Estas obligaron a que toda actividad debía estar anotada en la
DGI. “A partir de las política de estado se legalizó la figura del
colaborador – señala la especialista-. Es decir, un periodista
autónomo, que trabaja para un medio de manera independiente y que, si
bien tiene que presentar una cantidad de artículos en un tiempo
determinado o una nota de vez en cuando, se le paga exclusivamente por
texto. A través de este mecanismo la flexibilidad se da en todos los
aspectos, contractual, porque se lo toma como un proveedor más, de un
medio de comunicación; de horario, porque debe entregar un trabajo en
tiempo y forma determinada sin contar con los beneficios de la relación
de dependencia. También, es flexible en su función porque hace tareas
que antiguamente estaban separadas, cronista, reportero, etc, divididas
y bien establecidas en el estatuto de prensa. Esta legislación quedo
totalmente desdibujada ante el avance de la desregulación”.
Poco, poquito, nada
Gimena
Fuertes, colaboradora del Suplemento Las /12 explica: “Para trabajar en
un medio, primero, llamás y ofrecés un sumario, tres propuestas de
notas. Si alguna les interesa, la hacés y te la publican. Así queda
establecida una relación casi personal pero que, en realidad, es un
vínculo laboral de palabra. Además, el colaborador nunca dice cuanto
quiere ganar por determinado trabajo, acepta lo que hay. También puede
pasar que te pidan una nota, no publicarla y que nadie te la pague”.
En
el mismo sentido, se expresa el periodista Carlos Rodríguez: “En la
inmensa mayoría de las empresas periodísticas hay trabajadores en negro
o que están como colaboradores. Esta categoría en la práctica es como
estar en negro porque no tenés un sueldo fijo, dependés de la buena
voluntad del editor. Entonces, un mes hiciste diez notas y cobras un
sueldo proporcional, otro mes tenés tres, y en otro, no tenés nada. ”
Además,
dentro de los medios se da otro eje de la lógica empresaria, que es: a
igual tarea diferente sueldo. Fuertes, cuenta “los pasantes hacen el
mismo laburo que un redactor. Si tenés las herramientas técnicas de
formación, te mandan a la calle a cubrir pero te pagan la quinta parte
de lo que le pagan a tu compañero efectivo”. La trabajadora considera
que todas estas practicas son posibles porque “en todos los rubros hubo
flexibilización pero en el área de prensa muchos más, por la cantidad
de oferta. Incluso periodistas con trabajo fijo deben completar su
sueldo escribiendo para otros medios”.
Reclutar y desechar
Clarín
y La Nación, solo dos ejemplos, poseen convenios con varias
instituciones educativas del área. Entre estas TEA, el Instituto
Grafotécnico, el Instituto Superior Crónica y las exclusivas maestrías
en la Universidad San Andrés y la Torcuato Di Tella. Esto les asegura,
no sólo un futuro personal dócil y agradecido, sino periodistas que
sirvan a la causa noble de los multimedios. Gimena Fuertes, resume el
concepto en ‘semillero’. “Los estudiantes recién recibidos son
utilizados para escribir los suplementos, o los zonales. Son reclutados
y, luego de un tiempo, desechados. Estas experiencias –continúa la
periodista- forman parte de la naturalización del poder total de la
empresa, parece que si ellos me dan trabajo me estuvieran haciendo un
favor. Siempre me llamó la atención que la palabra colaborador se
percibe como alguien que hace las cosas de onda y no un trabajador que
necesita una remuneración para vivir”.
Carlos Rodríguez apunta
que “Clarín tiene trabajadores condenados por subversión, por desafiar
la línea editorial o porque no se llevan bien con el jefe. Cobran, pero
no les dan laburo como una sanción de la empresa y son reemplazados por
colaboradores o pasantes que cobran 2 pesos”.
El Estado de las cosas
Viviana
Cefarelli indica que “la capacitación y los elementos de cualquier
trabajador de prensa, esto va desde un grabador hasta una computadora,
todo es asumido particularmente. Las empresas se desligan de esos
gastos. Este es otro de los aspectos de la flexibilización laboral, es
decir que se configura una tercerización individual, donde cada
colaborador monotributista es una empresa unipersonal.”
La
especialista, además, agrega que el colaborador tampoco comparte el
espacio con otros trabajadores con lo cual atomiza el colectivo de
trabajo y dificulta la organización gremial.
Gimena Fuertes
impulsa una agrupación de colaboradores hace dos meses y registra esa
dificultad. “Es muy difícil coordinar los horarios o los lugares de
reunión porque la misma actividad es volátil”
Sin embargo, la
trabajadora. advierte ciertos avances y cuenta que “en el último
conflicto en Página/12 los trabajadores efectivos tuvieron en cuenta la
situación de los colaboradores y por eso logramos un aumento en la
remuneración por artículo publicado. Y en la editorial Perfil se logró
que los colaboradores participen de las asambleas. ”
Por su
parte, Rodríguez reseña cómo fue el conflicto dentro del medio. “El
diario estaba obligado a blanquear a la gente pero no lo hacía, y
durante más de una año, realizamos asambleas donde el tema se fue
metiendo. El colaborador sufre porque depende de la empresa, de la
voluntad y simpatía de los editores y también de sus propios compañeros
de trabajo. Si nosotros, lo redactores fijos, nos olvidamos de los
colaboradores, nadie les da pelota. Hubo que hacer un paro –continúa-
que fue tan fuerte que incluyó a la gente de taller, y cuando pararon
ellos se logro el blanqueo de los colaboradores permanentes.
Colaboradores que tenían nueve años bajo este régimen y que en algunos
casos firmaban las notas. También había dos jefes de fotografía que
estaban en negro.” Asimismo señala que “en Pagina /12, los trabajadores
hemos llegado a algunos avances. En otros lugares ni siquiera existen
estos planteos”.
Más allá del grado de flexibilización que
imponen las empresas Rodríguez le atribuye responsabilidad a la
conducción del gremio, la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos
Aires -UTPBA- “Se acuerdan de los colaboradores cuando hay que votar.
Llega el periodo de elecciones y empiezan a empadronar, pero no
implementan ninguna acción concreta para frenar el trabajo precario
dentro del sector. Antes, por lo menos peleaban por el básico,
negociaban con las empresas para, por lo menos, tener un piso, un
sueldo mínimo mas o menos digno, y que no lo manejaran tan
arbitrariamente las patronales. Ahora ni siquiera eso” –concluye el
periodista-.
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