ELArgentino

Por Daniel Ximénez Saez

Cesantear y escarmentar

02-10-09 / 

Sobre el conflicto laboral planteado en la empresa Kraft Foods (ex Terrabusi) nos interesa comentar un aspecto que tiene a nuestro entender mucha importancia. Nos referimos a la democracia en el ámbito de las empresas y los sindicatos. Mucho se habla y se declama sobre la ausencia de una cultura democrática en nuestra sociedad, también mucho nos congratulamos de los años de continuidad institucional recorridos desde el fin de la última dictadura militar. Sin embargo poco se dice sobre el clima autoritario que se sufre en la mayoría de los establecimientos productivos, donde la palabra del empleador debe ser acatada sumisamente por los trabajadores. Muchas empresas hacen de esto un principio guía de su comportamiento: la disciplina laboral y la autoridad de la empresa nunca deben ser cuestionadas, al trabajador sólo le resta obedecer. La democracia que recuperamos luego de la dictadura se quedó en la puerta de la mayoría de las empresas.
La presencia de una comisión interna de delegados en el ámbito de trabajo se vuelve un hecho intolerable para ciertas gerencias que sólo esperan la oportunidad para terminar de raíz con esta anomalía. En el cálculo de estas empresas lo que importa no es lo que dice la ley o el convenio colectivo, sino si existe una organización sindical en el lugar de trabajo capaz de hacerlos valer todos los días, cuestionando su autoridad. Restablecer el principio de autoridad empresarial se vuelve para estas empresas un objetivo urgente e imprescindible, y para muchos gerentes eso significa expulsar a los más activistas y escarmentar a sus compañeros para que no vuelvan a pensar en organizarse, elegir delegados y defender sus derechos.
A nuestro entender esto es lo que está pasando en Kraft y una prueba de ello es que la gran mayoría de los despedidos corresponden a los turnos noche y mañana, mientras que el hecho que Kraft usa como pretexto para los despidos masivos ocurrió durante un reclamo a la tarde. La empresa viola la ley cuando despide delegados, y cuando despide trabajadores como castigo por ejercer sus derechos gremiales.
La legitimidad y autenticidad del reclamo de los trabajadores queda en evidencia cuando vemos la tenacidad y el tiempo que vienen sosteniendo el conflicto casi en soledad y enfrentando el ataque o la complicidad, por acción u omisión, de todos los factores de poder: empresa, cámaras empresariales, medios de comunicación, Gobierno y lamentablemente hasta de su propio sindicato, que les soltó la mano justo un día antes del violento desalojo.
Y esto nos lleva a otro tema, diferente pero íntimamente relacionado. Los delegados y comisiones internas en tanto representación genuina y directa de los trabajadores son considerados por muchas organizaciones sindicales como meros apéndices de las conducciones sindicales, sin poder alguno de decisión y sin derecho a opinar o actuar con la más mínima autonomía bajo pena de ser acusados de "inorgánicos" y hasta expulsados del sindicato, lo cual dicho sea de paso, en un país donde se consagra la representación sindical única, en los hechos significa perder el derecho a estar en un sindicato. Si a eso le agregamos que se descalifica a los que tienen ideas políticas o ideológicas diferentes a la que suscribe la dirección del sindicato, tenemos que en los sindicatos tampoco reina plenamente la democracia.
Y éste es el punto clave: falta democracia en las empresas y en los sindicatos. Y no lo decimos sólo por Kraft. Los ejemplos son numerosos, aunque no todos tan conocidos. Pero muchos que hablan de democracia y libertad cuando se discute la ley de medios, o los que critican a los sindicatos por corruptos, basta que aparezca un grupo de trabajadores con la pretensión de ejercer sus derechos legítimos y legales, para que le caigan con todo, le pongan la gente en contra y clamen por que se restablezca el orden.

Daniel Ximénez Saez
Sociólogo. Taller de Estudios Laborales (TEL)



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