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23 de enero de 2011

"Lo que llamamos trabajo esclavo es la peor cara del capitalismo"
Por Patricia Martino / La Capital de Rosario
"El sector rural es donde se aplica tecnología más de punta, pero también donde encontramos las condiciones de trabajo más precarizadas", afirmó Carlos Vaca

23-01-2011 | Economía

El modelo agropecuario adoptado por Argentina tiene varias contraindicaciones en su prospecto de uso. Una de las más polémicas tiene que ver con las condiciones laborales de una gran porción de los trabajadores rurales, más emparentadas con prácticas feudales que con los beneficios del pack tecnológico de última generación que aplica a mansalva el campo nacional.

"El caso del sector rural es emblemático, porque por un lado es el que aplica tecnología más de punta, pero también donde encontramos las condiciones de trabajo más precarizadas", afirmó Carlos Vaca, director provincial de Salud y Seguridad.

Categorías. Para el funcionario, las denuncias sobre trabajo esclavo difundidas en las últimas semanas esquivan un debate de fondo sobre los fundamentos teóricos del modelo : "no corresponde hablar de trabajo esclavo, porque lo que vemos es capitalismo puro".

"No es esclavo porque hay una relación asalariada, hay producción capitalista, hay apropiación del producto y eso no es esclavitud, eso es la peor cara del capitalismo", agregó Vaca, para quien una discusión planteada en esos términos sólo sirve para "embarrar la cancha". "Tenemos que discutirlo porque este es el modelo agrícola que hemos adoptado, es una de sus expresiones, y sin regulación, se mantiene lo peor de la explotación capitalista en un lugar de punta desde lo tecnológico", resumió.

En este circuito donde los trabajadores son la parte más fina de la cadena, la recurrencia a los peones santiagueños tiene una explicación histórica, ya que se trata de familias con largo oficio de maiceros, que en su lugar de origen han sido expulsados de la tierra y que han perdido, incluso, una característica básica de la definición de un campesino, como la capacidad para reproducir sus propias semillas.

“No existen mas variedades de semillas del Inta, porque todas pertenecen a semilleros multinacionales con destino al mercado internacional”, dijo. Esos trabajadores migrantes son poseedores de un saber que se les reconoce en los hechos, pero sin embargo vuelven a sus tierras en iguales condiciones a las que vinieron, o peores.

“No son temporarios, porque tengo un trabajador accidentado con 24 años de contratos temporarios interrumpidos cada tres meses para que no seas permanentes”, ironizó. En realidad, los allanamientos recientes dejaron a la luz la peor expresión de un capitalismo que “no reconoce a sus trabajadores como parte de el”. Por eso, la categoría correcta es trabajo a destajo, una modalidad lindera a la de servidumbre.

Legislación. Como en otros nichos del entramado institucional argentino, la legislación que ordena el trabajo en el campo sigue anclada en los tiempos de la dictadura. El trabajo a destajo agropecuario no sólo no está prohibido, sino que es legal.

“El mundo agrario es el único que está excluido de la ley de contrato de trabajo, porque Martínez de Hoz suprimió a los trabajadores rurales del régimen de contrato de trabajo, y los pasó a otro de trabajo agrario”. Esto hace que, si bien pueden discutirse las condiciones laborales desde otro lugar -como la higiene y la seguridad-, la forma de contrato “está vigente y es legal”.

Los proyectos legislativos que alguna vez se blandieron para modificar esa situación están paralizados en Diputados, como ocurre con las propuestas que intentan tocar la matriz profunda del modelo de desarrollo: ley de entidades financieras, ley de trabajo agrario, ley de patentes de semillas, y ley de agroquímicos. “Visto desde el ámbito laboral, el trabajo rural todavía no ha dado el salto que sí ha dado la tecnología”, sintetizó.

Menos peones que campos

¿Qué puede hacer el Estado para frenar el trabajo a destajo en el campo? Para Vaca, hay que “tener la convicción mas fuerte de que se debe regular, sobre todo en una situación de mercado”. Es que existe una situación de trabajo en negro evidente, con sólo 5 mil trabajadores rurales inscriptos en Santa Fe, menos de uno por establecimiento. “Hay 25 mil tractores y cinco mil trabajadores, algo imposible salvo que haya 20 mil patrones manejando

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